Hace tiempo decidí dar un giro a mi forma de cocinar. Cambié la cocina "tradicional" cargada de grasas, azúcares refinados, harinas y carne, por opciones más saludables. Eso no significa que haya renunciado por completo a cosas como la pizza o los dulces, pero intento disfrutarlos con moderación o buscar alternativas más equilibradas.
Sin embargo, la vida no siempre permite mantener esos buenos hábitos. Este blog, por ejemplo, ha estado en pausa durante años. Pasé de tener mucho tiempo libre para cocinar, experimentar y disfrutar de la cocina, a llevar una vida estresante y caótica. Días en los que apenas cocinaba y recurría a comidas rápidas y poco elaboradas. Nunca me habría imaginado así, ¿yo? Una amante de la cocina, pidiendo la compra del súper por Glovo (lo confieso, con algo de vergüenza), pidiendo pizza, chino (también ensaladas y poke bowls) a Just Eat más veces de las que me gustaría... Pero así es la realidad: no siempre llegamos a todo.
A pesar de ello, este 2025 he decidido hacer un cambio. Quiero dedicar más tiempo a cuidarme, a mimarme y a reconectar con algo que siempre me ha apasionado: cocinar. Estamos en enero, y mi propósito es mantener este compromiso durante todo el año. Veremos cómo me va a mitad de camino, pero por ahora estoy motivada.
Hoy es domingo y me apetecía mucho algo dulce y esponjoso. Así que me puse manos a la obra y preparé una receta rápida, saludable y deliciosa: un bizcocho sin harinas ni azúcar, perfecto para celíacos y diabéticos. No tienen ningún misterio y se puede hacer en horno o airfryer.
Lo sé, lo sé, no tengo fotos del paso a paso. Pero no os preocupéis porque es MUY FÁCIL. Así que, sin más rodeos, aquí va la receta. ¡Espero que os guste!
INGREDIENTES:
- 3 huevos
- 100 gr. de azúcar de abedul (también conocido como xylitol)
- 1 yogur griego
- 100 gr. de harina de maíz (tiipo Maizena)
- 8 gr. de levadura
- Esencia de vainilla
- 1 chorrito de aceite de oliva
PREPARACIÓN:
Vamos a separar las claras de las yemas.
Montamos las claras y, a mitad del proceso, incorporamos la mitad de xylitol. Reservamos.
En un bol, batimos las yemas con el resto de xylitol, añadimos el yogur, el chorrito de aceite de oliva y la esencia de vainilla, batimos bien hasta que quede una textura blanquinosa.
Incorporamos la mezcla a las claras montadas y lo mezclamos suavemente, intentando que no baje de volumen.
Por último, añadimos la maicena con la levadura en tres tandas, mezclando muy poco a poco con la ayuda de una varilla o una espátula (lengua de gato mejor).
Preparamos el molde; a mí me gusta cubrir la base con papel de hornear, cortándolo a la medida y engrasar un poco las paredes con aceite para luego espolvorear un poco de harina, pero una opción aún mejor es coger el papel de hornear, humedecerlo y colocarlo en todo el molde, así cogerá la forma adecuada.
Vertemos la masa en el molde y la llevamos a la airfryer (o el horno, lo que os vaya mejor) durante 45 minutos a 160.
Como cada molde y cada horno es diferente, antes de retirar, aseguraos de que la masa está hecha con un palillo o palo de pincho (que son más largos), si el palo sale húmedo con restos de masa, es que el bizcocho aún no está hecho, dejadlo unos minutos más.
Una vez retirado del horno, desmoldamos y dejamos enfriar.
Para darle un aspecto diferente, lo he decorado con crema de cacahuete con cacao, crema de avellanas y crema de anacardos, pero lo podéis decorar con un poquito de azúcar en polvo, unas almendras troceadas, un chorrito de miel... ¡imaginación al poder!
Espero que os guste.